La llave

Ya no quedaban libros…, pero, no podía ser, en tan poco tiempo no podían haber desaparecido todos. Tenía que haber sucedido algo, pero, ¿el que? Seguramente Sandra lo sabría, eso es, Sandra que es lo que habría pasado, ella vivía allí, si sucedía algo ella lo sabría.
Era difícil coger un taxi el Nueva York, había menos taxis que personas, pero el paisaje era deprimente. Por fin llegue al número 3 de Monterroso la puerta maciza como ella sola, y, como de costumbre, una chica asomada en la ventana del piso de arriba; antes de llamar a la puerta se abrió y allí estaba Sandra, su pelo castaño y ojos verdes claros.
-¡Alex! ¿Qué haces aquí? Ah, ya se, supongo que habrás venido aquí por lo de los libros. ¡No se que ha podido pasar, de verdad, fue todo en una noche y no oí nada! Todo es muy raro.
-Si que es raro, los ladrones entraron en la casa, se llevaron todos los libros de el primer piso… ¿Sabes quién ha podido ser?
-No se, pero seguramente puede que haya sido Jose, sabes que siempre ha querido esos libros, aunque él no lo reconozca. Pero de todas formas ya te dije que tenias que contratar seguridad, aunque yo viva en el piso de arriba, si entrase alguien no podría hacer nada. ¿Me entiendes ahora?
-Si, tenías razón. En cuanto recupere los libros contratare el mejor equipo de seguridad y guardas. ¿De acuerdo?
-De acuerdo. Sobre el tema de Jose, creo que deberías de ir a hablar con el, pero ten cuidado.
-Eso hare.
Fui corriendo hasta el lugar donde aparco el taxi, le dije que esperara un poco, pero el no me dijo si esperaría o no, así que mejor darse prisa. Justo a tiempo, ya se iba cuando llegue por los pelos. Me llevo hasta donde vivía Jose, cuando llegue, la puerta estaba abierta. pase sin llamar a la puerta, total, qué más da, si está abierta es para que la gente pase.
La casa estaba a oscuras, menos una habitación, de ella procedía un ruido, como de una discusión. Se oían voces, casi todos los ruidos eran de la misma persona. “¡Nosotros hemos cumplido la parte del trato! Ahora te toca a ti, o de lo contrario, te pasara lo mismo que a esos libros.” A si que estaba en lo cierto, Jose había sido el responsable de la desaparición de los libros, pero, a que se refería aquel hombre con lo de “te pasara lo mismo que a esos libros.”
El hombre que gritaba tanto era muy alto, mediría uno noventa o más, estaba de pie en frente de Jose, estaba muy enfadado, y tenía un cuchillo en la mano puesto sobre la garganta de Jose; el hombre seguía gritando, mientras que Jose solo conseguía balbucear. Había más hombres en la habitación, pero todos estaba muy callados solo hablaban Jose y aquel hombre, bueno, solo el hombre.
De repente, todo se volvió negro.
Zeus♥

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Guau.
Me encanto!
Los sigo.
Besos!

 

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